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5 de enero de 2010

Un mes en Suecia...


Recuerdo la novela de Robinson Crusoe, que al llegar a la isla tenía miedo de perder la memoria o referencia del tiempo, e inició a marcar una tabla de madera señalando cada día que pasaba… así parece que yo cuento el tiempo. Bueno, eso es cosa de recién llegado como yo; a una isla, a un país, o donde sea.
El 5 de diciembre deje mi querido terruño. Saludé a mi madrina, a mi hermana, mi hermano, mis amigos… y el día 6 tomé el avión que me cambiaría de tierra azteca a una sueca. Son muchas las experiencias que he vivido en estos 30 días, algunas de ellas ya expresadas en este blog, otras que nunca serán escritas: suspiros por la tierra y los amigos; intentos fallidos de comunicarme con alguien; miradas distantes de gente cercana… en fin, pero trataré de hacer un resumen de todo.



La llegada a Estocolmo fue grata al encontrar a las Hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa… amigas desde hace años. Luego el encuentro con el obispo tan amable y que por gracia de Dios habla español, eso ayuda mucho al escuchar con mayor claridad la voz del Pastor de esta diócesis. De todas las cosas diferentes: horario y comidas; moneda y servicios; lo que más me ha “afectado” (producido efectos y afectos) es las pocas horas de luz. Pero bueno, al mal tiempo (climático y de todo tipo) buena cara. En síntesis: me trataron muy bien al llegar. Muchas deferencias y sobre todo el poder celebrar las fiestas de la Virgen de Guadalupe.

Aun no podía terminar de deshacer las maletas, pues mi destino ya estaba programado para la ciudad de Malmö. Que antes ni yo y ustedes hacíamos en el mapa terrestre… pues heme aquí… aquí es donde vivo. Otra gracia de Dios fue el vivir en la casa parroquial con otros sacerdotes, aunque me dicen que el cuarto asignado es pequeño, yo prefiero esta compañía que una soledad con más espacio difícil de llenar. Aquí en la casa hablamos: italiano, inglés, español y sueco (bueno, el último yo solo digo si o no: Jaha eller nej) Pues todos lo hablan como lenguaje común.
Aquí en Suecia como en otros “países desarrollados” lo más importante es que tengas un número de seguro social. No solo para cuestión médica sino para todos los servicios. Gracias a la asesoría de Andrés y Fermín, sacerdotes españoles del Opus Dei; ellos me ayudaron a tramitar esto desde el primer día. Y a la semana me llegó por correo. (Así que antes de navidad y de recibir postales navideñas de ustedes, me llegó este número).
Ya el obispo me comentaba que dos cosas me pedía por la pronto mientras conocía y me adaptaba a todo: celebrar los domingos en Malmö y Lund; e iniciar a aprender el idioma sueco. Así que los domingos celebro en español en estas dos ciudades y entre semana pronto iniciaré mi curso de sueco para inmigrantes.
Estoy conociendo poco a poco la realidad de los hispanos en el sur de Suecia. Son gente muy buena, pero han tenido la ausencia de un sacerdote que los guíe en estos últimos 5 años, además de experiencias difíciles por diversas situaciones.
Doy gracias a Dios por este mes. Por la Navidad y año nuevo diferentes; pero sobre todo por su presencia constante en mi vida. Él, que me ha enviado, no me abandonará ni un instante… si fuera así, dejaría de existir. Me sigo encomendando mucho a su oración para acompañar a esta comunidad hispana y ser testigo del poder de Dios en estas tierras.

1 comentario:

  1. Te sigo los pasos pater! ME da tanto gusto que seas feliz, o siempre viendo al Sr. en tu vida. Naciste para Él...

    Abrazo grande para este anio 2010, lleno de calor y amor y enviando bendiciones para que el Sr. te de lo que mas te haga Feliz.

    Atte Leslie

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